Avui fa 289 anys que les tropes catalanes encerclades a la ciutat de Barcelona comandades per Rafael de Casanova van caure sota el setge que ja feia un any que patien. L’Onze de Setembre de 1714 Barcelona es va rendir, 2 anys després ho vam perdre tot a efectes legals, les nostres corts, la nostra llengua, la nostra identitat.
(seguir leyendo)
Siempre que tenemos algún minuto para nosotros y lo vivimos acompañado de muchas personas a las que desconocemos, no paramos de mirarlas sin cesar, al menos yo. No hace falta fijar la mirada en una única persona, las recorres todas, cada una de ellas, e incluso en algunas te paras a observar ese pequeño detalle que antes te pasó inadvertido. Seguramente los que viajamos muchas veces en transporte público, en especial autobús, metro y ferrocarriles de cercanías, hemos vivido esta situación cientos de veces, notando un nuevo toque en cada una de esas personas a cada segundo que se sucede. En mi caso tengo una pequeña obsesión con los ojos de las personas, es siempre en lo primero que me fijo cuando veo a alguna, encuentras de infinidad de colores y expresiones.
(seguir leyendo)
Con gran pesar en mi corazón anuncio que la cultura televisiva española, definitivamente, ha muerto, ¿y por qué?, por nosotros, la audiencia somos los auténticos culpables. No es que no nos guste el Clan Tamara & cía., lo que ocurre es que nos avergüenza admitirlo. Sí, sí, es tan cierto como que si dejamos una piedra en el aire, caerá al suelo; los programas en televisión se mantienen en antena por una única cosa, porque la gente los ve, y se explotan de tal manera con cincuenta formatos nuevos pero idénticos que hacen “picar” a la audiencia. Nosotros, que no nos engañemos, somos esa audiencia vemos esos programas, y las productoras seguirán bombardeándonos con bodrios como “Hotel Glam(our)”, “La Isla de los Famosos”, “El Bus”, “Gran Hermano” y un largo etcétera, que si venden seguirán produciéndose.
(seguir leyendo)
Amanece nublado, frío en el exterior, pero no me importa, me siento bien y lo veo todo con claridad, como jamás antes lo había hecho. Las flores rugen furiosas mientras son aplastadas sin compasión por el devastador viento, violentos rayos azotan las montañas y el sonido ensordecedor de los truenos, que algunas veces me provocó miedo, es el mismo que ahora me inspira bienestar. Una poderosa lluvia golpea frenéticamente el techo metálico y tengo ganas de bailar como un poseso bajo la misma, gotas y gotas cayendo sin compasión sobre mi cuerpo que me propugnan una auténtica sensación de libertad.
(seguir leyendo)