Vuelvo de nuevo para no quedarme callado, haciendo gala de ayer, gritar hasta conseguir lo que quiero sentir. Al gritar te cansas, pierdes la voz, a veces los ánimos e incluso llegas a respirar con dificultad. Casos en los que la impotencia te hierve la sangre, donde no queda más alternativa que gritar.
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O cómo pecar de ingenuo.
Bien, hace dos días que recibí un correo electrónico en el que se me indicaba que a partir de ahora las operadoras de telefonía móvil iban a cobrar por las llamadas perdidas, es una circular oficial dicen. Esto no es cierto, se trata de un nuevo “hoax” pero ya hay gente que está organizando huelgas para el día 20 de Enero. Yo no me lo creí, puesto que recientemente había tenido que hacer cambios con mi línea de móvil y no ha sucedido nada de lo que decían. Además, una decisión así debería ser notificada en un documento físico previamente. En otro correo electrónico, al final, se expone esta noticia con fuente de EFE:
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Supongo que muchos de vosotros os estaréis preguntado y qué es aquello en lo que sigo sin creer, pues bien, os lo expondré brevemente. Sigo sin creer a George Bush ni a ninguno de aquellos que lo siguen como auténticos discípulos sintiendo al presidente de EEUU como un Mesías, que para ellos traerá la libertad al mundo (o al menos eso es lo que nos quieren vender). Y es cierto, nos lo quieren vender, libertad es una banalidad en bocas de políticos, y más aún, de los actuales en concreto, no les mueve la libertad, les mueve el dinero contante y sonante, porque aquellos lugares que según ellos están liberando, no lo hacen, simplemente pasan a dominarlos otras manos que engañaran a la gente disfrazándolos de ciudadanos medios burgueses, y como eso es lo que tenemos aquí, a muchos les parece bien.
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<sirkeldon>
Como nos describía George Orwell en su vaticinio de futuro en función de relatos del libro “1984”, la atmósfera se vuelve más controlada, con menos libertades, las únicas razones que han movido a la raza humana a luchar, parece ser que estan controlados y bajo sumisión. El gran hermano que todo lo ve, todo lo controla no permite que haya pasado, mentiras hábiles que un pueblo como bestias sumisas aclaman a ese ser cómo su auténtico Dios.
La más privada emoción, la sensación de intimidad, de poder expresarnos libremente y con total impunidad, se ve coartada en algunas situaciones por cualquiera de los momentos que pasemos al día. Acosados por redes de seguridad privada controladas por videovigilancia, con sensores de movimiento y humo, para detectar infracciones. Por una política de datos cada vez más severa e inquisidora que pretende hacer de los últimos paraísos en libertad como es Internet, se convierta en un juguete del gobierno.
</sirkeldon>
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